En efecto, el funcionario más importante de la diplomacia rusa, Serguéi Riabkov, lanzó ayer una amenaza directa a Ucrania y sus socios occidentales –Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea- al aseverar que “la falta de progreso en la solución político-diplomática de este problema conducirá a que nuestra respuesta será militar y técnico-militar”.
El Kremlin ha concentrado tropas cerca de la frontera con el país del este europeo con la excusa de sentirse amenazado por el posible emplazamiento de armamento de la OTAN en su territorio, fronterizo con Rusia y con un conflicto en curso en las provincias separatistas prorrusas.
El ataque de Riabkov pretende conseguir que Estados Unidos y la OTAN “garanticen” la seguridad del país, evitando que la Alianza Atlántica se acerque más a sus fronteras. Sin embargo, las amenazas surtieron el efecto contrario, pues el primer ministro británico, Boris Johnson, salió a exhortar luego al presidente Vladimir Putin a “bajar las tensiones” en Ucrania bajo la advertencia de que una intervención militar sería un “error estratégico” con “graves consecuencias”.