La violencia de género en la política no disminuye a medida que la mujer va adquiriendo más poder. En Argentina, una de las políticas más poderosas de la última década, la vicepresidenta Cristina Fernández, ha sido víctima de violencia de género en redes sociales, por ser política y por ser mujer.
En Chile, la realidad no es distinta. En un año de elecciones y pandemia, donde las campañas se han centrado en las redes sociales, tempranamente se iniciaron las denuncias de casos de discriminación y violencia contra candidatas e integrantes de la diversidad sexual que participan en política. Pero aún no hay cifras claras.
En Argentina, en cambio, la violencia política de género contra las mujeres y disidencias ha sido estudiada por diversas organizaciones y actualmente está tipificada en la ley.
El Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) realizó dos estudios sobre la violencia contra las mujeres y disidencias en la política en Argentina. El primer análisis data de 2018, y está centrado en el quehacer político de las mujeres, luego, en 2019, estudiaron la violencia hacia mujeres y disidencias en políticas, pero en plataformas digitales.
Ximena Cardoso es cientista política, y una de las investigadoras en el área de ELA. Ha participado en ambos estudios. Recuerda que Bolivia fue uno de los primeros países que desarrolló una ley específica sobre violencia política, debido a que los niveles de violencia física y asesinatos de mujeres de zonas rurales, algo similar al tipo de violencia política contra las mujeres que se registra en México. Pero, en Argentina, la violencia de género contra las mujeres en política ha sido distinta.
Para caracterizar esta violencia de género, en 2018, hicieron una encuesta a 45 legisladoras del Congreso nacional, en la que abarcaron todas las provincias del país. Sus principales resultados arrojaron que 8 de cada 10 mujeres encuestadas vivieron violencia durante su carrera política, lo cual es un número muy alto”, señala Ximena Cardoso.
El 50% de las mujeres consultadas aseguró haber sido víctima de violencia psicológica, un 28% simbólica, y un 22% violencia económica. En menor medida se encuentran violencias físicas y sexuales, que no superaron el 5%.
«Esto nos da un diagnóstico bastante claro de cuál es la experiencia que viven las mujeres políticas argentinas. Tiene que ver más que nada con el menosprecio de sus capacidades, con el minimizar la experiencia que puedan tener, su formación, que muchas veces es igual o mejor que la experiencia o capacidades que tienen los políticos varones, pero por razones de género, muchas veces son minimizadas o invisibilizadas. El tratamiento en los medios de comunicación no es el mismo, no se le dan las mismas oportunidades a la hora de conformar listas electorales”, destaca la investigadora de ELA.
Una situación que fue recurrente durante su investigación fue que las mujeres entrevistadas no tenían conciencia de que eran víctimas de violencia de género por su papel en política: Vos les preguntabas, ¿alguna vez viviste una situación de violencia política? Y te decían no, pero después a lo largo de la encuesta les ibas detallando distintos tipos de situaciones y al final terminan diciendo: ‘Eso sí me pasó’. Y cuando finalizaba la encuesta y les volvías a preguntar si habían vivido una situación de violencia política, ellas mismas decían: ‘si al final si, no me había dado cuenta’. Pero bueno, como todo tipo de atravesamiento de violencia, las víctimas no se dan cuenta”.
A finales de 2019, Argentina modificó la Ley Integral para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres o la Violencia de Género, integró la violencia política dentro de la legislación, por lo tanto, el Estado la reconoció como tal. Eso te da un marco para que las mujeres políticas puedan reclamar frente a sus propios compañeros y a personas que no entienden mucho del tema. Donde ellas puedan decir, esto es algo que está respaldado por la Ley en Argentina, no es que esté loca, no estoy reclamando algo por loca, esto está reconocido”, destaca Ximena Cardoso.