Mientras los ciudadanos de a pie esperan la (o las) vacunas que siguen faltando, y tratan de llegar a fin de mes, la dirigencia política se ha zambullido en el proceso electoral. Primero, las Paso, el 12 de setiembre y, más tarde, las generales, el 14 de noviembre, esas son las prioridades de los dirigentes políticos, tanto de oficialistas como de opositores.
Así las cosas, unas son las preocupaciones de la gente común y silvestre, y otras son las ocupaciones de sus representantes”. Para aquellos, las Paso y las elecciones están lejos. Por el contrario, para estos, ambos comicios están muy cerca. Tanto que a ellas dedican todos sus esfuerzos. Nada de lo que hacen o dejan de hacer es ajeno al proceso electoral.
Hoy por hoy, a un mes de las Paso, las encuestas muestran un gran número de personas indecisas”. Frente a la pregunta sobre sus preferencias electorales, esas personas no saben o no contestan” a quiénes votarían. En realidad, no se trata de electores que están meditando su voto o que no quieren responder. Se trata de personas que tienen otras urgencias.
En el país, las listas para las Paso mostraron dos realidades llamativamente contrapuestas. Por una parte, la del oficialista Frente de Todos” y, por la otra, la de la alianza opositora Juntos”. Los oficialistas quisieron mostrar la fortaleza de su unidad, mientras que los opositores no pudieron ocultar la debilidad de sus divisiones.
A mitad de un mandato signado por la pandemia y sus consecuencias sanitarias y económicas, la coalición de Gobierno pudo y supo alcanzar acuerdos electorales. Tras el firme liderazgo de Cristina Kirchner, el discurso electoral es uno: defender la gestión de Alberto Fernández y denostar la de su antecesor.
Contrariamente, la oposición transita una crisis de liderazgo indisimulable. Después de perder su reelección, Mauricio Macri no se ha sostenido como el principal referente, ni siquiera de su partido, y ha sido reemplazado por Horacio Rodríguez Larreta en la confección de las listas, tanto de la Ciudad Autónoma como de la Provincia de Buenos Aires.
En esa disputa, la Unión Cívica Radical ha visto la posibilidad de adueñarse de la alianza opositora y, como nunca antes, empieza a plantearse como una opción propia. Facundo Manes es su carta fuerte en la interna bonaerense y la alternativa para discutir con el jefe de gobierno porteño una candidatura presidencial en 2023.
La pelea cordobesa
En la Provincia de Córdoba, Juntos (ex por el Cambio”) pone en juego cinco bancas de diputados y dos bancas de senadores nacionales. A su vez, el Frente de Todos se juega una banca de diputado y una banca de senador y, finalmente, Hacemos por Córdoba solamente tres bancas de diputados nacionales.
Veamos. En nuestra provincia se elegirán tres senadores y nueve diputados nacionales. Las tres bancas del Senado que se ponen en juego son las que se eligieron en 2015, mientras que las nueve bancas de la Cámara de Diputados son las que se eligieron en 2017. Es decir, en las dos elecciones nacionales ganadas por Cambiemos.
En los comicios del 2015, Cambiemos obtuvo el 50,23 por ciento de los votos y se adjudicó las dos bancas de la mayoría, una para Laura Rodríguez Machado y otra para Ernesto Martínez. A su vez, Unión por Córdoba obtuvo el 21,11 por ciento y se adjudicó la banca de la minoría, para Carlos Caserio, que luego se pasó al Frente de Todos.
En los comicios del 2017, Cambiemos obtuvo el 48,47 por ciento y se adjudicó cinco bancas: Héctor Baldassi, Soledad Carrizo, Gabriel Frizza, Brenda Austin, y Diego Mestre. Con el 30,52 por ciento, Unión por Córdoba ganó tres: Martín Llaryora, Alejandra Vigo y Pablo Cassinerio. Con el 9,72 por ciento, el Frente Córdoba Ciudadana ganó una: Pablo Carro.
Evidentemente, Juntos por el Cambio es la fuerza política que más arriesga. Para retener sus dos bancas en senadores, debe ganar la elección, independientemente de la cantidad de votos. Es muy probable que eso suceda. La pelea será, entonces, por la tercera banca, entre el Frente de Todos y Hacemos por Córdoba.
Las probabilidades no son tan halagüeñas al considerar las elecciones de diputados nacionales. Para mantener las cinco bancas en juego, Juntos por el Cambio debería repetir la formidable elección hecha en 2017. Es muy probable que pierda una o dos bancas, dependiendo de los resultados y los candidatos que salgan de las Paso.
En el país y en Córdoba, los opositores están divididos, sin un liderazgo claro y sin una propuesta definida. Es muy difícil saber por qué están juntos los que antes fueron adversarios, o por qué están separados los que antes fueron aliados. Son demasiadas ventajas. A veces, parece que trabajan para los oficialismos.