La transición energética en América Latina está en marcha. Los incentivos de los gobiernos, la continuidad de las inversiones y los prestamos chinos serán clave, tanto para su desarrollo como para la reactivación económica. El cambio global de la matriz energética tomó fuerza en la década del 2010 gracias a los avances tecnológicos para la generación eléctrica con energías renovables; los acuerdos internacionales a favor del medio ambiente y el cambio climático.
La innovación tecnológica, liderada por China, busca mitigar la emisión de gases de efecto invernadero al sustituir el uso de energías fósiles en las centrales eléctricas por biomasa, hidroenergía y energía nuclear, solar y eólica. Los países de América Latina están en el proceso del cambio de matriz energética mundial y han tenido diversos avances.
Sin embargo, la pandemia del Covid-19 paralizó al mundo y la economía. Latinoamérica no fue la excepción, y parece que esto pudo frenar a las energías renovables. ¿Qué pasó con el cambio de la matriz energética latinoamericana?
En la región, varios países tienen políticas públicas para el cuidado del medio ambiente y el fomento de las energías renovables. Resaltan los planes para adoptar un transporte publico renovable, la entrega de licitaciones para proyectos de energías limpias y la reducción de impuestos sobre proyectos energéticos que se presentan en casi todos los países.
Se hace hincapié sobre Argentina y Uruguay, que son los países que han tomado más acciones para la transición energética. El primero tiene una matriz energética basada en carbón y energías fósiles, pero con inversiones activas en parques solares y autos eléctricos. El segundo tiene una de las matrices más limpias de la región por su gran utilización de hidroeléctricas y parques eólicos.
Por otro lado, sobresale el hecho de que Brasil, Bolivia, Colombia y México tengan tantos incentivos fiscales para el cambio de matriz energética cuando gran parte de sus ingresos fiscales y exportaciones dependen del petróleo y el gas natural.
Con un marco de acción por parte de los gobiernos latinoamericanos, el panorama de las energías renovables para 2022 es alentador. En el transporte parece que sí se mantuvo el impulso, pero en la generación eléctrica la situación es un poco más complicada en algunos países.
La estrategia para la electromovilidad es una prioridad en América Latina, según Naciones Unidas. Se argumenta que el transporte eléctrico público masivo será una industria clave para la recuperación de la crisis, especialmente para México y Brasil que ensamblan vehículos de manera importante. A principios del 2021 había en Latinoamérica 1.230 autobuses eléctricos en circulación. Chile es el país con más vehículos en movimiento: 452. Le sigue Brasil con 250, y México con 238.
En su mayoría éstos son importados de China, lo que podría cambiar en el futuro, dado que hay tres fábricas de la empresa china BYD para el ensamblaje de autobuses eléctricos y la fabricación de baterías de litio en Brasil, Argentina y Colombia.
Se comenzaron a ensamblar en Sao Paulo los primeros autobuses eléctricos en marzo 2021 y ya están en circulación. Igualmente hay una empresa brasileña, Marcopolo, que, en conjunto con BYD, instalaron una fábrica de autobuses eléctricos en Colombia.
Se han instalado parques solares y eólicos y renovado centrales hidroeléctricas para la generación eléctrica. Las fuentes de energía para la electricidad son importantes para ver los avances de la transición energética. La electricidad es la fuente energética más demandada por las sociedades modernas.
El país con la generación eléctrica más limpia de la región es Uruguay. Desde 2012 se empezó a reducir el uso de energías fósiles para la electricidad y se sustituyó por energía eólica. Actualmente, el 40% de la energía eléctrica es generada por ésta.
Del lado contrario están México, Bolivia y Argentina que utilizan gas natural, carbón y petróleo.
En México se utilizan los combustibles fósiles como principal fuente energética; no obstante, comienzan a promoverse los parques solares y eólicos. La energía solar se triplicó en tres años por la instalación de parques solares de inversión europea con tecnología china.
En Argentina hay un mayor uso de la energía nuclear, eólica y solar, pero no se sustituye al carbón y sí a la hidroenergía. Se debe replantear la estrategia si no se quieren perder los avances de las renovables dentro del país.
En Colombia es preocupante que el uso de las centrales hidroeléctricas sea el mayor, pero con una tendencia descendente por el uso cada vez mayor del carbón. En cambio, en el Perú hay más hidroeléctricas por las grandes inversiones chinas a partir de 2016. Debe señalarse que el nuevo gobierno del presidente Castillo declaró que explotará más el gas natural.
La transición energética en América Latina está en marcha. En general, parece que el proceso no ha parado a pesar de la pandemia. Sin embargo, habrá que seguir los casos de Colombia, Perú, Argentina y México, en los que se ha visto más difícil el proceso. Se buscará que esta transición amortigüe la caída de la crisis, pero sin planes de reactivación bien estructurados esto no será posible.
Miembro del Observatorio Económico Latinoamericano (Obela)