Por Luciano Hazan
El 30 de agosto ha sido instituido como el Día internacional de las víctimas de desapariciones forzadas, un momento en el que reforzar en las sociedades la necesidad imperiosa de seguir buscando a los desaparecidos. Y muy especialmente, de apoyar a las familias en esa búsqueda, quienes viven un verdadero suplicio.
Las familias y los allegados de los desaparecidos necesitan de la solidaridad y el apoyo -moral, político, financiero- de todos. En muchos contextos no lo tuvieron en sus países y lo fueron a buscar en otros lugares: organismos internacionales, países amigos, organizaciones religiosas y agrupaciones de víctimas que pasaron por lo mismo en otras latitudes. Ese apoyo les permitió continuar con la búsqueda y la lucha.
Es al interpretar ese suplicio que el derecho internacional de los derechos humanos reconoce a los familiares u otros allegados directamente afectados como víctimas de las desapariciones forzadas. Y por lo tanto les da derechos y obliga a los Estados.
En pocas palabras, a la verdad, la justicia, la memoria y la reparación. En más palabras, a buscar y devolver con vida a los desaparecidos, a conocer qué sucedió con sus seres queridos y en caso de fallecimiento, a la búsqueda, identificación y restitución de sus restos.
También a que se haga una investigación inmediata, porque la experiencia ha demostrado que esas primeras horas son claves para preservar la vida o la integridad de la persona frente a la tortura.
Esa investigación debe ser exhaustiva e imparcial, por eso no pueden participar ni la justicia militar ni fuerzas u organismos estatales sospechados de haber estado implicados en la desaparición. El Estado debe cuidar a los familiares, sus defensores, los testigos y a toda persona relacionada a la investigación de cualquier forma de represalia.
Ya no se trata solamente de los detenidos-desaparecidos de las dictaduras del continente americano, destinadas a eliminar a la oposición política y a disciplinar a través del terror.
En todos los continentes se cometen desapariciones forzadas: lo son las desapariciones de pibes pobres que mueren bajo la tortura en las comisarías argentinas y sus cuerpos son ocultados para garantizar impunidad; son víctimas de este crimen los defensores de derechos humanos o líderes comunitarios desaparecidos para que nadie se atreva a luchar contra el narcotráfico en México o contra grandes proyectos que afectan el medioambiente en Colombia u otros países americanos.
También quienes desaparecen por reclamar por las tierras ancestrales a manos de fuerzas estatales o paraestatales. Las personas migrantes que desaparecen en rutas controladas por mafias bajo la vista cómplice de los estados. Las víctimas de las rendiciones extraordinarias o la denominada lucha contra el terrorismo en muchos países, o quienes desaparecen en el marco de conflictos armados.
En sus diversas formas, sigue siendo un método de disciplinamiento social a través del terror. Porque no saber aterroriza. La solidaridad con los desaparecidos y sus familiares es una forma, al alcance de todos, de frenar el terror.
Miembro del Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias de Naciones Unidas.