En un momento de crisis de legitimidad del G20 como principal foro de cooperación económica internacional, en un contexto donde la tendencia es la de establecer coaliciones y acuerdos “minilaterales” entre pocos países, el G20 ha conseguido emitir una declaración conjunta; lanzar una larga lista de propuestas, marcos, hojas de ruta, planes de acción voluntarios; e incorporar a la Unión Africana (UA) como nuevo miembro permanente.
En este contexto, el ámbito tecnológico ha sido una de las áreas más prolíficas. Además de promover una economía digital con mayor certidumbre jurídica para las empresas, de apuntar a la necesidad de seguir profundizando en el impacto de los cripto activos y de la moneda digital, el proyecto insignia de la India ha sido su modelo de Infraestructura Pública Digital (DPI): en poco menos de una década India ha conseguido construir una serie de plataformas digitales por las que se busca hacer operable los sistemas de compartición de datos entre el sector público y privado, y que ha permitido que más de 1.300 millones de personas tengan un carné de identidad digital, realicen pagos y accedan a servicios públicos de manera instantánea. Antes conocido como “India Stack”, ahora como DPI, este proyecto busca ser exportado y replicable en otros países. De ahí, que se haya aprobado un Marco voluntario del G20 para Sistemas de DPI, y un plan para construir un repositorio de DPI global.
También se ha propuesto la Alianza de Un Futuro (One Future Alliance – OFA), una iniciativa voluntaria destinada a crear capacidades y proporcionar asistencia técnica y apoyo financiero para la aplicación de la DPI en los países de renta baja y media. No es casualidad: India lleva desde los años 60 realizando cursos de formación en ciencia y tecnología en sus embajadas en países en desarrollo. Ahora, el país busca posicionarse como nuevo líder tecnológico en la competición global, una rivalidad que viene protagonizada por países en la vanguardia tecnológica, como China y EEUU.
Una gran parte de las exportaciones de servicios corresponde a los servicios de TIC y de externalización de los procesos empresariales, que representaron 157.000 millones de dólares en el período 2021-2022, es decir, un 60% del total de exportaciones de servicios. En el ámbito internacional, India preside este año la plataforma Global Partnership on Artificial Intelligence (GPAI), donde busca liderar el diálogo internacional sobre tecnologías de Inteligencia Artificial – IA. También es el primer país del mundo con mayor concentración de talento en IA y mayor penetración de habilidades de IA, por delante de Europa y de toda la OCDE.
La estrategia india no es sólo proactiva. También es defensiva. Dada su dependencia de China en sectores críticos, ha llevado a cabo varias medidas para restringir aplicaciones y servicios chinos, o investigar las actividades de fabricantes chinos a quienes se ha embargado cuentas bancarias o acusado de evasión fiscal. Además, debido a las sanciones estadounidenses y al endurecimiento de los regímenes de control de las exportaciones de semiconductores chinos, India se ha presentado como la alternativa para la ubicación de multinacionales como Apple y Samsung.
India ha estado invirtiendo en su sector tecnológico nacional para construir su propia estrategia económica y de seguridad gracias tanto al apoyo gubernamental como a los planes público-privados de desarrollo de tecnologías de vanguardia. Siguiendo esta senda, la Cumbre del G20 ha sido también testigo de la creciente rivalidad tecnológica: si en anteriores cumbres el pilar de transformación digital se veía como un ámbito de cariz más técnico, ahora la tecnología se ha politizado. En la reunión ministerial específica sobre Economía Digital, China y Rusia rechazaron incluir algunos párrafos sobre las implicaciones geopolíticas de la transformación digital.
Esto no significa que la India se posicione en contra de China y Rusia en todos los ámbitos: ha pasado de la política de no alineación a la de múltiples alineaciones. De la misma manera que limita la presencia de empresas tecnológicas chinas en su territorio, sigue perteneciendo al grupo BRICS, donde comparte negociaciones con China, Rusia, Brasil y Sudáfrica, y al que se incorporarán a partir de 2024 Argentina, Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Etiopía.
También se ha sumado al Corredor Trans-Africano, que se ha visto de dos maneras: como un proyecto que representa un nuevo modelo de interconexión global, que no agrupa ni ideologías ni supone una alianza de seguridad; y como una contraofensiva a la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, que creó el Corredor China-Pakistán y que conectaba la ciudad china de Kashgar con el puerto de Gwadar en Pakistán, a través de la región de Cachemira, punto caliente de tensión entre Pakistán y la India.
Brasil, que presidirá el G20 en 2024, quiere centrarse en conectividad, IA, integridad de la información y gobierno digital. El G20 no ha reavivado necesariamente el multilateralismo, pero sí la puesta sobre la mesa de los intereses y de quién tiene más poder para ejecutarlos. Y, entre ellos, la India se destaca.