Jair Bolsonaro bajó el tono de sus declaraciones contra el gobierno electo de Argentina pero mantiene una distancia que cuando no es confrontativa es desdeñosa. En la puerta del Palacio de la Alvorada, la residencia presidencial en Brasilia, Bolsonaro se desinvitó de la ceremonia de asunción de Alberto Fernández, aún antes de ser invitado: “No voy. Decidido”, les dijo a los periodistas que lo esperaban allí.
El ex militar consideró que Argentina está ahora «en una situación complicada», aunque aclaró que no se propone adoptar «ninguna represalia» contra el nuevo Gobierno. La semana pasada había dicho que podría promover la suspensión de Argentina del Mercosur.
Bolsonaro admitió que alentó la campaña por la reelección de Mauricio Macri pero, en lo que pareció un pequeño gesto de distensión, restó importancia a su derrota. «Alenté, alenté por el otro, pero ya que ganó (Fernández), vamos para adelante», afirmó. De todos modos, puso condiciones: «Espero que ellos continúen haciendo una política con nosotros, una semejante a la que Macri hizo hasta el momento».
Los ataques de los últimos días de Bolsonaro y sus allegados contra Fernández obligaron al gobierno de Macri a ensayar una respuesta acerca de por qué no hubo una queja formal. El canciller Jorge Faurie dijo que buscan evitar «una división mayor», aunque luego informó que envió una carta al embajador brasileño en Argentina, Sérgio Danese, en la que consideró «inapropiadas» las críticas.