Si bien muchas empresas se vieron obligadas a cerrar, al menos temporalmente, el impacto vírico es diferente según el sector empresario. Hay evidencias que en los sectores de confección de ropa, de venta y reparación de vehículos, fabricación de muebles, transporte de pasajeros, turismo, hotelería, gastronomía, eventos y esparcimiento, juegos de azar, actividades deportivas y artísticas, y las agencias de viajes sufrieron la mayor pérdida de empleo e ingresos. Mientras que aquellos ligados a insumos para la atención sanitaria y cuidados personales del Covid-19, los provenientes del campo, la industria alimentaria, los servicios tecnológicos o el boom de bicicletas”, lograron (o conservaron) un buen desempeño, cuando no, excelente.
Ahora bien, si la incertidumbre es inevitable en tiempos de crisis, entre lo ideal y lo posible del momento presente en los sectores referenciados más afectados, ¿cuán y cuánto estamos dispuestos a ceder y concedernos empresarios, inversores, proveedores, trabajadores, consumidores y gobiernos respecto a nuestras legítimas expectativas anteriores, pre pandemia?
Indudablemente, hoy más que nunca cobra razón, difusión y convicción que la gestión de la empresa no puede tener en cuenta únicamente el interés y los beneficios de sus propietarios, sino también el respeto ecológico, como el de los otros sujetos y actores, factores de producción de actividades industriales, mercantiles o para la prestación de servicios, que contribuyen vitalmente a la propia existencia, funcionamiento y viabilidad empresarial en medio de las vicisitudes adversas a que nos expuso la pandemia.
Ciertamente para muchísimas pymes, este devenir vírico puede exigir una serie de medidas como reconversión, refundación o transformación empresaria, en particular a partir de pulir aristas, perfilar contornos y precisar nuevos parámetros sobre la relación entre propiedad, empresa, trabajo, consumo, realidad, utilidad y beneficios. Todo lo cual supone una alternativa y, al mismo tiempo, un imperativo de refuncionamiento, siempre y cuando contemos para eso con un amplio, contundente e inmediato acompañamiento de una reestructuración tributaria, laboral, como en materia de servicios públicos, financieros y de simplificación administrativa.
El soporte último para crear, conservar, reconvertir, y hasta transformar desarrollos y relaciones empresarias lo encontraremos en la riqueza y ductilidad del factor humano, el que, si antes era importante, hoy es decisivo, dado que cuando se manifestó en su apariencia más destructiva, contemplamos ese instinto depredador de la especie humana sobre la naturaleza, las otras especies e incluso los otros hombres y mujeres.
Los sacrificios compartidos cooperativamente que dejamos propuestos son el recurso y la herramienta más valiosa, poderosa y disponible para que las empresas atraviesen y superen de pie, este impredecible período de crisis y volatilidad. Tiempos excepcionales exigen respuestas excepcionales para auspiciar y sostener, al menos mínima y razonablemente en el discurrir pandémico, la viabilidad empresaria, ello principalmente en el subsector pymes, dado sus generosos reflejos productivos, laborales, económicos y sociales, si verdaderamente tratamos de apuntalar su futuro en términos útiles y verosímiles.