Por Mercedes Grimaldi
En los finales de la década del 80, Luis Magliano, Carlos Teruel, y los hermanos Félix y Gregorio Serrano jamás pudieron haber imaginado que el emprendimiento que acababan de fundar se iba a convertir, más de tres décadas después, en el nombre de uno de los mayores escándalos políticos, financieros y agropecuarios que vincula al centro con el Norte del país.
Aquella empresa, que proveía de maíz a las granjas avícolas comenzó a expandirse cuando los socios, ya vinculados con otros grupos de poder, fueron por más y comenzaron a arrendar campos para el desarrollo agrícola y ganadero.
Pero fue cuando inauguraron una planta procesadora de soja que se decidieron a darle entidad a la sociedad: Oleos del Centro”. Magliano se convirtió en el socio con la voz más gruesa, y sin perder jamás su gusto por las camisas blancas comenzó a alternar sus camperas de siempre con los sacos, que comenzó a utilizar en las reuniones cada vez más seguidas con altos funcionarios públicos.
Presidente de la Sociedad Rural de Jesús María, trazó vínculos con el ahora presidente Alberto Fernández; con el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti; y hasta se dio el gusto de apadrinar al actual intendente de su ciudad, Luis Picat. Fernández y Schiaretti, por ahora, han logrado evadir cualquier vínculo estrecho con Magliano, pero Picat se ha cansado de dar explicaciones.
Aún nadie sabe si él era su delfín, o viceversa. Hace unos días, en estas páginas ya contábamos que este hijo de un apicultor de Las Peñas se transformó en un empresario ganadero importante, y un operador político de contactos en todos lados. Un camino que tejió bajo la sombra de una parquedad pública que nada tenía que ver con lo afable que se volvía en la intimidad de la rosca política.
Hace tres semanas que Magliano permanece detenido en Santiago del Estero, acusado de una estafa millonaria. Pero parece que con embaucar a pequeños productores no alcanzaba, y tuvo que apelar a una maniobra de gran volumen, como ese contrato de engorde de ganado con una empresa de Buenos Aires con propiedades en casi todo el Norte argentino. El operador de las camisas blancas no tuvo en cuenta que detrás de la firma aparecen importantes empresarios de la industria farmacéutica, y notables dirigentes políticos de Tucumán, también ligados al rubro de la salud. Y el costo de meterse con semejantes jugadores fue una denuncia penal, que tuvo curso rápido en la justicia de Santiago del Estero, y que puso al ganadero-armador político entre las rejas, contamos aquí hace diez días.
En ese momento pocos se animaban a escarbar un poco más allá en esta densa historia. Ahora ya se sabe que uno de sus clientes era el ex gobernador de Tucumán, José Alperovich, otro que quedó en la sombra de la política por la acusación de abuso sexual que le endilgó una sobrina.
Varones de la política y el campo que terminan enredados en una violencia íntima que aún no termina de deconstruirse. Acusado de robar más de 4.000 vacas al consorcio farmacéutico, Magliano cayó preso. A la causa se la denomina como El robo del siglo de ganado”. La Sociedad Rural de Jesús María lo expulsó, y muchos empezaron a olvidarlo de la noche a la mañana.
Ni siquiera le ha dado resultado, hasta ahora, los contactos que envió a tocar la puerta de Schiaretti y de su fiel amigo Luis Angulo, hoy juez del Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de Córdoba, quienes supieron construir una estructura judicial propia durante la intervención federal de la Provincia de Santiago del Estero.
Cuentan los que conocen su intimidad que, al verse perdido, acudió a una extorsión simbólica, cuyo resultado aún no termina de advertirse: mandó a avisarle a la Justicia santiagueña, por terceros, que las vacas robadas estaban en los campos de Alperovich.
El tucumano con pinta de patrón de estancia no se amilanó, pero acusó el golpe. Su familia salió a declararse estafada por Magliano, pero los abogados de los reales dueños de las vacas ya leyeron entrelíneas: sospechan que el clan Alperovich fue socio de la estafa.
La estocada promete más venganzas con el código de la mafia. A las pocas horas, la Justicia de Santiago del Estero se topó con otro dato certero, y los investigadores encontraron 2.200 vacas en un campo de la localidad santiagueña de Quimilí.
El propietario del predio es Pablo Miretti, un hombre oriundo de Luque, en la Provincia de Córdoba, y ex presidente de la Sociedad Rural del Noreste santiagueño.
Miretti quedó detenido, junto a Magliano y a Damián Manzanelli. De mirada juvenil, corte a la moda, barba prolijamente descuidada, los kilos perfectos y la panza plana, Manzanelli no sólo es adepto a publicar sus fotos realizando deportes extremos, en los que pone al descubierto toda su virilidad, sino que hace un tiempo se ganó el mote de niño maravilla” en el campo sojero cordobés. Director de Oleos del Centro”, montó su propia consultora para asesorar a los grandes pulpos de este negocio. ¿Será mera casualidad que recién aquí se lo nombre por primera vez involucrado en toda esta historia?
Se lo contamos acá, porque va a ser difícil que lo lea en otro lado.