Por Victoria Peralta
La pandemia desencadenó por obligación, responsabilidad o temor una serie de cambios conductuales en la población global, lo que sumado a las casi cuatro millones de muertes provocadas por el virus constituye un nuevo alerta demográfico, un punto de inflexión que desafía a especialistas, que celebraron ayer el Día Mundial de la Población.
A lo largo de la historia se produjeron hechos que marcaron fuertes cambios en los procesos demográficos de todo el mundo, pero la pandemia por coronavirus afectó a una sociedad con una dinámica completamente globalizada, es la primera vez que un fenómeno de esta naturaleza puede afectar tanto a la población, dice Jorge Paz, presidente de la Asociación de Estudios de Población de la Argentina (AEPA).
El avance en materia de salud y tecnología que permitió el control de enfermedades infecciosas y parasitarias, junto a procesos como la Revolución Industrial, el progreso económico y una reacción tardía en el control de la natalidad por parte de la población, provocó una alerta demográfica que fue durante décadas una fuerte preocupación de especialistas de todo el mundo, explicó Paz.
La transición demográfica
«La explosión demográfica fue notable en los países de menor ingreso per cápita, como los de Asia, África y América Latina, donde ha habido un crecimiento muy fuerte de la población y una drástica caída de la mortalidad -por el avance de la medicina- lo que generó, entre las décadas del 50 y 70, preocupación en el campo demográfico ante un crecimiento incontrolable», relató el especialista.
En tanto, desde los años 80 «se empezó a hablar de una segunda transición demográfica, que se dio como consecuencia de los cambios en las formas de vivir, la concepción y planificación familiar», detalló.
Para los especialistas, la primera transición tiene un «enfoque altruista, es decir, las personas tenían muchos hijos, se casaban temprano, no se divorciaban», mientras que la segunda «puede considerarse más egoísta: se piensa más en uno mismo, en realizarse profesionalmente, alcanzar cierto bienestar económico, antes de planificar una familia». Paz, también especialista del Conicet, consideró a la pandemia por coronavirus como «un nuevo fenómeno, una nueva alerta demográfica que está provocando un marcado cambio en la estructura de la población, lo que representa un gran desafío para quienes estudiamos el tema». Uno de los principales cambios estructurales en la población está relacionado con el fuerte incremento en la tasa de mortalidad que provocó la pandemia «principalmente, en un sector muy específico de la población, el de adultos mayores, que estaba prolongando su esperanza de vida por sobre los niveles que tuvo en el siglo pasado», apuntó.
Asimismo, las restricciones en la circulación que establecieron los distintos Estados para mitigar el contagio del coronavirus obligaron a muchas personas a trabajar desde sus casas, y a las distintas empresas a adecuarse a esa modalidad de trabajo, que si bien se contaba con las herramientas y, en algunas disciplinas, era viable, hasta el momento no se había establecido. El confinamiento en los hogares «estableció cambios de conducta que han acelerado fenómenos muy positivos o muy negativos», aseguró el especialista, y explicó que hay personas que decidieron vivir en una misma casa, en otro casos se desencadenaron rupturas o hechos de violencia intrafamiliar.
Además de la mirada global, «en las poblaciones más locales entra en juego el factor de la migración interna», apuntó Paz y explicó que el cambio en la dinámica cotidiana de muchas personas las puede llevar a «replantearse el hecho de vivir en un lugar populoso con gran interacción física, o si es mejor un lugar algo alejado». Este desplazamiento de personas de centros urbanos a lugares más pequeños o alejados pueden darse por muchos factores, como un cambio en la calidad de vida o en la modalidad de trabajo que antes obligada un traslado diario, o el hecho de que en las ciudades con más habitantes hay más posibilidades de contagio, sin embargo «aún no hay evidencias de que estas migraciones hayan ocurrido de manera relevante, porque todavía no tenemos datos certeros».
Paz consideró que la pandemia por coronavirus es «un fenómeno bisagra», y concluye que no vamos a poder pensar la demografía, ni la población, de la misma manera que antes del 2020″. En este sentido, el especialista remarcó que «demográficamente (la pandemia) presenta grandes desafíos hacia futuro, como la incorporación de lo que se conoce como Big Data para mirar desde otro punto de vista, con otros aportes y no esperar a los censos o estudios tradicionales de población». «La forma de recolectar esos datos y de procesarlos están siendo sometidos a evaluación en pandemia», señaló, y consideró que en la Argentina el «sistema de estadísticas vitales no pudo acompañar la celeridad y dinámica impuestas por la pandemia».
El 11 de julio de 1990 se celebró por primera vez el Día Mundial de la Población en más de 90 países, establecido por la ONU con el objetivo de aumentar la conciencia sobre las cuestiones de población, incluidas sus relaciones con el medio ambiente y el desarrollo.