La iglesia católica de Córdoba emitió un documento para fijar su posición sobre el proyecto de ley para bajar la edad de imputabilidad a los 13 años y expresó que “penalizar no es la solución” al problema.
En ese sentido, propuso una reflexión sobre las causas y factores de esta realidad. “Consideramos que la realidad de los menores que delinquen debería ser abordada en toda su complejidad, poniendo el foco, principalmente, en el entramado de circunstancias socioeconómicas, psicológicas, familiares y culturales que están en su génesis”, sostuvo.
A continuación, expresó que “lo que, como sociedad y Estado, ha de preocuparnos y ocuparnos responsablemente es buscar y encontrar soluciones verdaderas a la problemática de prácticas delictivas por parte de menores. Esta realidad dolorosa y compleja, ¿no es un mensaje que nos interpela a todos y nos desafía a descifrarlo? ¿Estamos dispuestos a hacerlo, a escuchar el clamor que se levanta cada vez que un menor delinque?”.
Y agregó: “Los menores que delinquen no son “aerolitos caídos de arriba”, tienen conexiones con los medios en los que crecen y viven y con los contextos socioeconómicos que los atraviesan”.
En la misma línea, la iglesia invitó a la reflexión de los adultos y sus responsabilidades: “No es racionalmente serio concentrar en la persona individual del menor la responsabilidad de su comportamiento, eximiendo o dejando de lado la incidencia del contexto en el que se desplegó su biografía. La mayoría de los menores que delinquen viven en condiciones de pobreza y, en muchos casos de miseria extrema, situación que solo se profundiza con la crisis económica cuyas primeras víctimas son las personas excluidas de un sistema que se beneficia del individualismo”.
En la reflexión, también consideró necesario un cambio en la sociedad e interpeló si bajar la edad de penalización contribuirá a erradicar la delincuencia de los menores o si, por el contrario, sólo satisfará reclamos de venganza, aumentará los resentimientos y profundizará esta herida social. En la búsqueda de posibles soluciones propuso un camino “mucho más humano, justo y constructivo” y reconocer que hay “una evidente –aunque no asumida- responsabilidad social ante esta problemática”, hacerse cargo, estudiar interdisciplinarmente sus causas y elaborar estrategias eficaces de solución. En el mismo documento, reconoció el dolor de las víctimas de la inseguridad, violencia y delitos, incluso cuando son perpetrados por menores.
“Mejor es prevenir”
Desde la creencia de la dignidad infinita de todo ser humano y la confianza en sus posibilidades de superación, la Iglesia pidió no resignarse a la penosa realidad de la delincuencia de menores e invitó a poner todos los recursos necesarios para buscar otras soluciones:
Fortalecer a las familias, asegurándoles el derecho a la tierra, el techo y el trabajo, hacer llegar a todos la necesaria seguridad alimentaria y las condiciones de salud integral; alentar, sostener económicamente, ofrecer capacitación a todos los niveles de educación pública; promover espacios de socialización integradora mediante el deporte, las artes, el trabajo comunitario, la recreación, las diversas manifestaciones culturales, mediante la asignación de los presupuestos necesarios fueron algunas de sus propuestas.
En el marco del comienzo de agosto, mes de las infancias, la iglesia también hizo mención al sufrimiento de “que están padeciendo hoy muchos, muchísimos niños, niñas, adolescentes y jóvenes de nuestros barrios, que no tienen para comer”.
En paralelo mencionó los esfuerzos que hacen las organizaciones sociales, parroquias, comunidades evangélicas, comedores populares, para ofrecerles un plato de comida, un abrazo y una sonrisa.
“Desde estas experiencias que evidencian la vulneración de los derechos de las infancias, nos duele que alguien piense en bajar la edad de imputabilidad de los menores en vez de cuidar la vida que crece, “preciosa a los ojos de Dios” dándoles oportunidades de crecimiento responsable y abogando por sus derechos”, concluyó.