Un grupo de científicos de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), se dedica desde hace 10 años a monitorear el aire en la ciudad desde el Laboratorio de Investigación en Contaminantes Atmosféricos (Laica) de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.
Hebe Carreras, directora del Laboratorio, contó que la capital cordobesa tiene un nivel de calidad de aire aceptable. Pero, si se hace foco en ciertos momentos, épocas y lugares, el diagnóstico cambia.
“La calidad del aire en toda la ciudad de Córdoba no es homogénea”, explicó la científica. “Hay zonas en donde es buena y en otras no, por ejemplo, donde se combinan fuentes de emisión industriales con vehiculares”, agregó.
Las mediciones se realizan con sensores capaces de determinar el material particulado en suspensión (PM), el cual puede tener distintos tamaños (grande, fino y ultrafino). El material particulado más grande, conocido como PM10, se compone de partículas como polvo, polen y moho, y es responsable de desencadenar reacciones alérgicas, bronquitis y ataques de asma. Sin embargo, el PM2,5 representa un mayor riesgo, debido a su capacidad de infiltrarse en las vías respiratorias en mayor profundidad.
La última medición del equipo en la ciudad fue en 2021, en los barrios Ferreyra, Matienzo, Argüello, Villa el Libertador y Pueyrredón. En ningún caso se superó los límites diarios de material particulado fino (PM, 2,5) establecidos por la ley provincial.
Pero si se toman en cuenta los nuevos estándares sugeridos por la Organización Mundial de la Salud, 40% de los días se superaron tales niveles en dos zonas de muestreo. En las zonas urbanas, los contaminantes que más comúnmente se encuentran son material particulado, además de dióxido de carbono, óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles, entre otros. Muchas de esas sustancias son al mismo tiempo gases de efecto invernadero que aportan al calentamiento global y cuyas fuentes son principalmente dos: los automóviles y las industrias.