Unas 100.000 tapitas plásticas que fueron aportadas por vecinos de la ciudad a través de diversos programas de reciclado de la Municipalidad de Córdoba serán utilizadas por una pyme local como materia prima para la fabricación de las medallas que se entregarán en la “Maratón CBA 42 K, Recorré Córdoba”.
Así, 250 kilos de plástico habrían sido destinadas al predio de enterramiento de Piedras Blancas se convertirán en preseas sustentables que colgarán del cuello de quienes el próximo domingo 5 de diciembre crucen la meta.
Según destacan desde el Munucipio, la iniciativa resume uno de los “ejes” de la gestión del intendente Martín Llaryora: “Impulsar la Economía Circular otorgándole un nuevo uso y valor a elementos que hasta hace poco tiempo eran considerados basura y tratados como tal”.
El Centro Verde Inclusivo “ECOFEM”, ubicado en Av. Alem 1447 de barrio General Bustos, recibe las tapitas que provienen de la separación domiciliaria, de los EcoPuntos distribuidos en la ciudad y de los EcoAliados, un conjunto de comercios, empresas e instituciones que realizan la separación de sus residuos secos.
El ente Córdoba Obras y Servicios, a cargo de los mencionados programas y de la operación de los Centros Verdes, coordina también la separación, acopio y depósito de los materiales.
El proceso de trasformación: de tapitas a medallas
La parte final del proceso que inició con el aporte de vecinos mediante la separación de secos se lleva a cabo en el taller que los diseñadores industriales Iñaki Gorostidi y Luciano Caparroz montaron en 2017 en barrio Pueyrredón.
«Ecolif” es el nombre de esta pyme local que adquiere las tapitas al Centro Verde Ecofem para utilizarlas como materia prima para la fabricación de las medallas.
Cada tapa pesa 16 gramos y se necesitan 7 para elaborar una medalla como las que se entregarán en la maratón del próximo domingo 5 de diciembre.
El proceso de fabricación inicia con la selección de las tapitas clasificadas por color que llegan desde el Centro Verde y que luego pasarán por una molienda del material hasta transformarlo en pequeñas virutas de plástico. La combinación exacta dependerá del color, tono y textura particular que se busque.
Para crear la forma del premio, el triturado pasa a una inyectora que funde el plástico y lo coloca a presión en un molde de aluminio. Al cabo de unos minutos, ya pueden verse dos medallas unidas por una pequeña pieza de descarte: otro pedacito de plástico que también se reciclará.
“Una tapa de gaseosa que uno descarta, puede convertirse en un objeto útil y de calidad. No es un residuo, es un material mal desechado”, define Luciano Caparroz. Su socio Iñaki destaca con optimismo el auge de una actividad que los ve crecer en plena pandemia. “Este es un proceso integral donde podemos diseñar un producto de alta calidad y hay mucho interés en el mercado”.