Las declaraciones del diputado Fernando Iglesias -hoy candidato de la lista que encabeza María Eugenia Vidal en CABA- y del diputado Waldo Wolf, vinculadas a las visitas a Olivos, pusieron a la misoginia en el centro de los debates en los medios y en las redes sociales.
Durante varios días asistimos a debates, declaraciones y reflexiones que aludían al odio, desprecio, rechazo y aversión que estos varones desplegaron hacia la actriz Florencia Peña, pero también, hacia todas las mujeres.
Porque como bien dijo Florencia de la V en una nota recientemente publicada: Peña somos todas las mujeres, cuando por el mero género y el rol quedamos expuestas. Independientemente de lo que pensemos, de nuestro trabajo o de una postura política, hay un juicio instalado sobre nosotras desde un lugar moral”.
Lo cierto es que la Misoginia tiene su historia, y una versión de ella la escribió el periodista, narrador y poeta irlandés Jack Holland, a la que tituló Una breve historia de la misoginia. El prejuicio más antiguo del mundo”, cuya primera edición -traducida al castellano- fue publicada por la editorial Océano, en el año 2006.
El autor indaga en la historicidad de la misoginia a partir de algunas preguntas:
1. ¿Cómo explicar la opresión de que ha sido objeto la mitad de la población mundial por parte de la otra?
2. ¿Qué hay detrás de estos prejuicios?
3. ¿Por qué se ha mantenido durante siglos?
4. ¿Quién los alimenta?
5. ¿Cómo erradicarla?
En la búsqueda de posibles respuestas se sumergió en la historia del mundo occidental hasta llegar al presente (su presente, ya que Holland falleció en 2004). A lo largo de nueve capítulos, nos invita a ahondar en la historia del mundo clásico Grecia, Roma, en la era del cristianismo y de la iglesia católica, en la literatura de la modernidad, los tiempo victorianos, los estados monárquicos, hasta llegar a la era de los superhombres” (Freud, Darwin y Marx). Tampoco omite reflexionar sobre las políticas del cuerpo y los modos en que se expresa la misoginia en el siglo XXI.
Resultan particularmente interesantes algunas impresiones que el autor comparte con sus lectores. Por ejemplo, sobre las diferencias de género existentes en las reacciones que tenían sus colegas, al saber el tema sobre el que estaba trabajando: De las mujeres era una expresión de interés y curiosidad respecto a lo que había encontrado. Pero de aquellos hombres que sabían lo que significaba ‘misoginia’ recibía un gesto de cabeza y un guiño, por el supuesto tácito de que me había dedicado a justificarla”. Y agrega, Creo que si hubiese dicho que estaba escribiendo una historia del racismo, nadie hubiera llegado automáticamente a la conclusión de que era racista. Esto sugiere que, a diferencia del racismo, mucha gente no ve a la misoginia como un prejuicio, sino como algo casi inevitable”.
Holland aporta una mirada, una interpelación a las sociedades del pasado, las representaciones, discursos e imaginarios que sostuvieron y justificaron la misoginia por siglos.
Se trata de una versión, una historia” que proviene de un autor europeo, blanco, varón y criado en la Europa de la post guerra, y eso no podemos perderlo de vista. Obviamente, podrían escribirse otras versiones, de autores o autoras ancladas en otros espacios, realidades y miradas políticas. Sin embargo, el libro puede ayudarnos a pensar y reflexionar sobre odios, desprecios, rechazos y aversiones construidos históricamente que aun hoy se despliegan sobre nosotras -incluso sobre las que no tienen conciencia de género- pero ya resultan intolerables.