Ejecutivos del Fondo Monetario Internacional recomiendan adoptar políticas que expandan la fuerza laboral y la productividad en la región, con el aumento de la participación femenina. Les preocupa que sea promovido el crecimiento económico y mejorados los niveles de vida. Se busca aumentar la participación femenina en el mercado laboral, brindar oportunidades de formación profesional, subir la edad de jubilación, eliminar los desincentivos al trabajo después de la jubilación y adoptar políticas que faciliten el empleo de personas de mayor edad.
El jefe de División en el Departamento del Hemisferio Occidental, el uruguayo Gustavo Adler, y el director director del Departamento del Hemisferio Occidental, el chileno Rodrigo Valdés, escribieron en el blog institucional un artículo en el que advierten que el cambio en la tendencia demográfica en América Latina afectará la oferta de fuerza laboral y podría socavar el crecimiento económico.
Subrayan que, como la población de la región envejece, será indispensable estimular la participación en la fuerza laboral y la productividad, para lo cual «será indispensable que las mujeres estén más integradas a la fuerza laboral, ya que la participación femenina sigue siendo baja, llegando apenas a 52%, frente a 75% de la masculina».
Resaltan que las políticas pueden ayudar. «La participación femenina puede incrementarse ampliando los programas de cuidado infantil y ofreciendo más capacitación a las mujeres, como lo señalamos en alguno de nuestros últimos informes de países, como los de Brasil y México», proponen.
Agregan que puede ayudar también «tener un esquema de tributación de hogares que no desincentive un segundo sueldo familiar así como eliminar la asimetría hombre/mujer en el cuidado infantil y la licencia parental, que en última instancia desalientan la contratación de mujeres o las perjudican salarialmente».
El diagnóstico que presentan exhibe un crecimiento de la fuerza laboral de América Latina de casi 50% en las dos décadas previas a la pandemia, que empujó el desarrollo económico. Pero que actualmente las tendencias demográficas están dando un vuelco y dejarán de ser un impulso en los años venideros.
Retroceso en el crecimiento
Según las previsiones de la entidad, el crecimiento de América Latina registrará un promedio anual en torno a 2% en los próximos cinco años; es decir, una cifra inferior a su promedio histórico, que de por sí fue bajo.
Estas proyecciones, asimismo, son considerablemente más moderadas que las de otras economías de mercados emergentes de Europa y Asia, que también se desacelerarían en los próximos años, pero que aun así lograrían una expansión anual de 3% y 6%, respectivamente.
Consideran este panorama poco alentador y que refleja problemas de larga data relacionados con el bajo nivel de inversión y el lento aumento de la productividad., a lo que les suman ahora las tendencias demográficas en proceso de cambio y la proyección de que el crecimiento de la fuerza laboral se enfriará.
Vaticinan que el crecimiento de la población seguirá desacelerándose, y bajará de alrededor de 1% por año durante las dos décadas previas a la pandemia a un 0,6% por año en los próximos cinco años.
No la consideran, sin embargo, una mala noticia en sí misma, ya que el aumento de la población no incrementa automáticamente el ingreso per cápita —el indicador más pertinente del bienestar—, debido a que aunque genera una expansión de la fuerza laboral y del producto agregado, también significa que el producto está repartido entre más personas.
Niveles de deuda
Aun así, el crecimiento económico derivado de crecimiento demográfico puede ayudar de otras maneras; por ejemplo, aumentando los ingresos públicos para hacer frente a elevados niveles de deuda.
Ponen de relieve que el dividendo demográfico está disminuyendo a medida que la población envejece y que el porcentaje de población activa llega a sus máximos. Significa que la proporción de la población capaz de generar ingresos dejará de crecer.
«Se trata de un cambio importante: hasta hoy, esa proporción iba en aumento, añadiendo anualmente 0,5% a la fuerza laboral desde el año 2000. Por el contrario, de acuerdo con nuestras previsiones, el porcentaje de población activa registrará, en promedio, cero crecimiento durante los próximos cinco años», vaticinan.
De ahí que insisten en la necesidad de estimular la participación en la fuerza laboral para que el motor de la fuerza productiva siga en marcha.
Las previsiones indican que algo de esto ocurrirá en los próximos años, ya que la proporción de la población en edad activa que busca trabajo seguiría aumentando. Las mujeres, por ejemplo.
Inseguridad y crimen
Restan en todo caso el problema de la inseguridad y el crimen, factor importante detrás de la emigración y la disminución de la fuerza laboral en algunas partes de la región.
Frente a una demografía que se torna menos favorable, reflexionan los directivos del FMI, «los países deben redoblar los esfuerzos por fomentar el aumento de la productividad de la mano de obra, resolviendo sus problemas de gobernanza y de exigentes regulaciones empresariales, los cuales dificultan el crecimiento de las empresas y las consiguientes mejoras de productividad».
Concluyen que «así podrán lograr niveles de vida más altos aun en medio de una evolución demográfica no tan propicia».
Finalmente destacan que «muchos años de gran esfuerzo en reforzar los marcos macroeconómicos han dado fruto en América Latina». Y que «los países superaron las dos duras recesiones económicas mundiales recientes, evitando repetir crisis dolorosas».
En consecuencia, «hoy deben aprovechar esta resiliencia para concentrarse en estimular el crecimiento potencial, un problema de larga data que se acentuará con los cambios demográficos». .