El usuario @GrasaDLaCapital compartió una anécdota relatada de forma épica, que lo tuvo a él, a dos niños y un metegol como protagonistas.
Esta historia tuitera se desarrolló durante un casamiento en una quinta en la localidad bonaerense de Pilar. El relator de la misma comenzó contando cómo vio que un nene de aproximadamente 11 años derrotaba y se burlaba de una nena de 9 años en el metegol.
El hombre comenzó a indignarse, hasta que un molinete del chico, que terminó en gol, acabó por sacarlo de sus casillas. “Hasta le jugaba de espaldas”, contó en un hilo de Twitter donde publicó las capturas de pantalla de la conservación de WhatsApp donde le contó la historia a sus amigos.
“Gordo no tenés por qué meterte ahí, son nenes”, pensó. Pero enseguida se justificó: “Mi alma justiciera de metegol me llamaba”, así entró en acción en su deseo irrefrenable de vengar la conducta prepotente del niño. Luego de pedir permiso, se unió a la partida haciendo equipo con la niña, de nombre Ema.
Al volver el contador a cero, comenzó la partida. Primer gol para su equipo: “Mi compañera grita goool. Nos chocamos la mano. Vi esa mirada de ilusión, que de movida me alegró la tarde y me hizo olvidar el trago horrible que me estaba tomando”, escribió.
La narración sigue con el chico estupefacto por lo que estaba sucediendo: “El pibito medio inmutado, pero con esa mirada que sabes que en su interior se dio cuenta que se había zarpado y le estaban por pintar la cara”, describió con precisión. Posteriormente se dieron cinco partidos al hilo: los dos primeros el chico los derrotó, hasta que luego “en el transcurso del tercer partido me olvido que tengo 35 años, que soy padre y bastante adulto”, se sinceró.
Intempestivamente, el niño les hace un gol de arquero: “Ah, estás haciendo cualquiera, eso no se puede hacer” lo increpó, y el chico lo miró “como diciendo, ‘enserio gordo te vas a poner así’”. Y él no dudó: “Era un hecho, ya no había diferencia de edad. Eramos dos niños de un lado contra el grandulón del curso, el bullinista”, explicitó.
Corría el quinto partido y dijo “la frase épica que ha definido la infancia de aquellos que nacimos a finales de los 80 y principios de los 90: el que gana este, gana todo”. “Todos concordamos y se dio a duelo el partido épico que toda Latinoamérica unida estaba esperando”, añadió.
A esa altura del partido, iban ganándole al nene 4 a 0, hasta que el chico empieza a repuntar: 4 a 1; 4 a 2; 4 a 3…4 a 4: “Y yo por mis adentros: no la puedo pechear así contra este pancho”, se dijo así mismo. “Imagínense la gente que quizás miró mientras iba al baño y obligadamente tenía que pasar por ahí, a un gordo de 35 arengando a una nena de 10, como si estuviera en una final”, relató, y selló: “Para mí, literalmente lo era”.
Era la última bola en juego y la pelota salió alrededor de unas cuatro veces del campo de juego: “Ahí hice una jugada de las más características mías que el pibe me la ataja como un campeón, Ema agarra el rebote y goool”.
Después de chocarse los puños enérgicamente con Ema, contó: “Tuve la amabilidad de retirarme diciéndole al pibe ‘buen partido’, pero solo fueron palabras vacías, porque en mi interior resonaba el ‘tomá gil»’, admitió. Y cerró el hilo: “Así fue como terminó el héroe anónimo del metegol. La pelotita no se mancha”.
A Continuación, la maravillosa historia completa:
Acá va completo de nuevo sin la foto.
Perdón a la comunidad tuitera por haber tenido que borrar el anterior pic.twitter.com/d24tm8VgOS— Pablo (@GrasaDLaCapital) October 20, 2022