En una era en la que los videojuegos toman cada vez más protagonismo, el Fortnite se ha convertido en la gran sensación de los amantes de este tipo de entretenimiento, sea cual sea su edad. Sin embargo, el conflicto se desata en los niños cuando los padres se ven frente al siguiente dilema: “¿Se convertirá mi hijo en un excluido si no lo dejo jugar?”. Los niños y adolescentes utilizan a diario el argumento convincente de que “todos lo juegan” lo que provoca que sus tutores abran desmedidamente sus ojos.
El problema que entraña Fortnite es que si bien tiene una colorida gráfica de cómics y figuras alegremente danzantes, también se trata de un “shooter”. De esta manera, quien quiera ganar, deberá ser el último sobreviviente de 100 jugadores. Y esto solo es posible en la medida en que se mate a tiros a los restantes competidores virtuales. Con respecto a esto, el pedagogo social Daniel Heinz, dirigente de la entidad de asesoramiento sobre juegos del estado federado alemán, comentó que “Fortnite” ya tiene este concepto de competición e incluso, se maneja en un escenario muy combativo. Pero aclaró que “la brutalidad se reduce significativamente en comparación con otros “shooters””. En términos concretos, esto significa que, si bien se dispara, no se derrama sangre y los personajes tampoco mueren.
Según la clasificación de Autocontrol de Software de Entretenimiento (USK), el llamado Battle Royale Mode, el popular juego es apto para mayores de 12 años. No obstante, la recomendación de Heinz apuntó a que es más apropiado para mayores de 14 años, ya que evalúa que menores de esa edad podrían verse desbordados o frustrados por la enervante competencia.
En cuanto al papel de la familia, el profesional sostiene que “los padres deben adoptar una posición clara en estas discusiones, que luego puedan representar de manera auténtica”. Por su parte, Patricia Cammarata, especialista en juegos y medios en la educación, indicó: “Si durante el juego tengo una sensación de que algo no está bien, debo manifestarlo, debe hablarse al respecto”. Además, aconsejó que entre los más pequeños se busque el diálogo con otros padres.