Lejos de la campaña publicitaria lanzada por las redes sociales, que presenta a los insurgentes con actitudes más moderadas que durante su anterior gobierno (1996-2001), los talibanes han profundizado en las últimas horas sus acciones represivas en Afganistán, ante las múltiples protestas ciudadanas generadas en todo el país contra su golpe de Estado.
Manifestantes afganos desafiaron de hecho nuevamente ayer al poder talibán y ondearon la bandera nacional tricolor en manifestaciones desarrolladas en varias localidades por la conmemoración del Día de la Independencia, aunque varias de ellas fueron reprimidas violentamente por la milicia radical, que enfrenta crecientes desafíos de la comunidad internacional.
Pequeños grupos salieron a las calles de Kabul y de otras ciudades con la bandera tricolor del país, mientras que en los edificios oficiales y en los coches de las patrullas de los talibán ondea la bandera blanca con su clásico lema islamista.
En Asadabad, capital de la provincia oriental de Kunar, dos personas fallecieron luego de que los talibán abrieran fuego contra los grupos de ciudadanos que marchaban ondeando el viejo emblema negro, rojo y verde, según indicaron testigos a la cadena Al Jazeera, aunque no precisaron si las muertes fueron por disparos o por la posterior estampida generada por el fuego armado.
Otro episodio similar se vivió en Jalalabad, capital de la provincia de Nangarhar, donde los disparos hirieron a dos personas que celebraban el fin al dominio británico en 1919 portando lienzos con la inscripción Nuestra bandera es nuestra identidad”.
Pero además, un documento confidencial de Naciones Unidas advirtió que los talibán están intensificando la búsqueda y persecución de todas las personas que trabajaron con las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN en Afganistán.
El informe advierte sobre la posibilidad de torturas y ejecuciones” en manos de los extremistas, al denunciar que tienen listas de objetivos con sus nombres y sus ubicaciones para darles caza.
Además, confirma que los disidentes están realizando una búsqueda casa por casa deteniendo y/o amenazando con matar o arrestar a miembros de la familia de individuos concretos hasta que estos se entreguen a los talibán”.
En ese marco, miles de personas seguían bloqueadas ayer en Kabul en su intento de abandonar el país, mientras aviones de los países occidentales aterrizan constantemente en el aeropuerto controlado por Estados Unidos para intentar evacuar al máximo de personas posible.
Mediante un gigantesco puente aéreo que desde hace cuatro días moviliza aviones de todo el mundo, Estados Unidos y las principales potencias lograron sacar ya de Afganistán a unas 7.000 personas que temían por sus vidas tras la toma del país por los talibán, según informó ayer el Pentágono.
Sin embargo, los fundamentalistas controlan los alrededores del aeropuerto, lo que dificulta a los ciudadanos la posibilidad de llegar a las pistas para huir del país.
Mientras tanto, los líderes insurgentes constituyen poco a poco sus futuras autoridades políticas y paralelamente se organiza una resistencia incierta en el aislado valle del Panshir, liderada por el vicepresidente Amrullah Saleh y el hijo del comandante Ahmad Shah Masud, el emblemático líder antitalibán fallecido.
Los talibanes no controlan todo Afganistán. Hay informaciones que llegan del Panshir”, al noreste de Kabul, donde se concentran las fuerzas de la resistencia”, indicó ayer el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguei Lavrov. Estados Unidos aún puede ser un gran arsenal de la democracia” si apoya con armas a sus combatientes, escribió Ahmad Masud en una columna en el Washington Post publicada el miércoles.
Hace más de veinte años, su padre, el comandante Ahmed Shah Masud, lideraba también la resistencia contra los talibanes que acababan de llegar al poder. Sin embargo, nada indica que el presidente Joe Biden vaya a ir por ese camino: ayer, se limitó a ratificar su compromiso de repatriar a todos los estadounidenses que estén en Afganistán, aunque implique ampliar la misión militar más allá del 31 de agosto, fecha límite para la retirada norteamericana.
Si queda un solo ciudadano estadounidense, vamos a quedarnos hasta sacarlo”, dijo el mandatario, quien aclaró que los estadounidenses deben entender que haremos todo lo posible para sacarlos a todos antes del 31 de agosto”.