El 2021 ya toca la puerta y la incertidumbre del devenir político internacional no juegan a favor para la elaboración de una estrategia que permita minimizar los errores de cálculo. En este sentido, el impacto del Covid-19 no ha permitido ver la trascendencia de otros temas de agenda que realmente afectan a la dinámica de las relaciones internacionales con la misma magnitud.
Al respecto, la retirada de Angela Merkel en las próximas elecciones federales de Alemania que se realizan en el 2021 lleva a considerar y evaluar acerca de su marca personal en el sistema internacional, en general, y de los desafíos que su salida representa para la región sudamericana y Argentina en particular.
Ciertamente, su poder ininterrumpido desde 2005 como Canciller invita a realizar un revisionismo de su éxito interno e internacional. Merkel se constituyó no solo como la primera mujer en liderar la UDC, sino también se convirtió en la primera mujer en ejercer el liderazgo político de su gobierno federal con el cargo de Canciller; rol que al finalizar su último mandato habrá ocupado por 16 años y un mes, superando así los mandatos de históricos cancilleres, como Adolf Hitler (1933-1945); Konrad Adenauer (1949-1963); Helmut Kohl (1987–1998), y encontrándose próxima al máximo periodo continuo, ocupado por la figura clave de la historia alemana, Otto von Bismarck, que gobernó por 18 años.
Su paso firme, pragmático, metódico y prudente han marcado no solo un progreso continuo de una Alemania que hoy se posiciona como la locomotora europea, sino que también ha dado un estilo propio en la escena internacional, marcado por la lucha incansable hacia escenarios de cooperación internacional.
Aún así, su fracaso electoral en los feudos de Baviera y Hesse en los comicios de 2018 llevaron a tomar una difícil decisión por parte de Angela Merkel que, de manera voluntaria y a diferencia de todos los cancilleres que la precedieron, decidió alejarse de la vida política en 2021 de manera unilateral.
No es menor destacar que, a pesar de que la coyuntura del Covid-19 favoreciera su popularidad e imagen positiva frente al electorado alemán, y que hoy la posicionan como una líder global, todavía mantiene su firme decisión a no presentarse en los próximos comicios, lo que abre la puerta a la incertidumbre del nuevo perfil de su sucesor político.
Aparentemente, la canciller Merkel tiene la intención de dejar el cargo en manos de su fiel discípula, Annegret Kramp-Karrenbauer. Pero aún lejos está este anhelo de hacerse realidad. Los candidatos con mayores posibilidades por estos días se concentran en tres hombres que pertenecen al Partido Demócrata Cristiano, y que aspiran a llegar al poder en las elecciones del 2021: Armin Laschet, Norbert Röttgen y Friedrich Merz.
Notoriamente, ninguno de ellos hoy quiere alejarse de manera determinante de la figura de Angela Merkel, puesto que eso ocasionaría un fracaso rotundo en las urnas, y cada uno trata de apropiarse de una de las cualidades de la actual canciller.
En lo que a política externa refiere, no es menor destacar que todos estuvieron formados por las líneas implementadas durante el gobierno del canciller Helmut Kohl, y todos abogan por la cooperación internacional, tanto dentro de la Unión Europea como en las relaciones transatlánticas.
Ahora bien, en la realidad internacional contemporánea, que tiene como principal protagonista a una China emergente, que económicamente disputa el poder de Estados Unidos; una Unión Europea debilitada tras la salida de Gran Bretaña y que aboga por la permanencia de una Alemania fuerte; y una Rusia que ambiciosa su posición geopolítica influyente en Europa Central, el próximo canciller alemán debe estar fuertemente legitimado por su ciudadanía para seguir manteniendo su posición actual en el escenario mundial.
Sumado a ello, claro está que para la región sudamericana, en general, y para Argentina en particular, las relaciones que se abren con cada uno de los candidatos toma una gran relevancia, puesto que temas centrales como la ratificación del Acuerdo Estratégico Unión Europea-MERCOSUR, así como la posición conciliadora o severa frente a las negociaciones por las deudas contraídas con el exterior de los países americanos, serán principales para el progreso del sub continente.