El 26 de septiembre próximo 60.4 millones de votantes podrán elegir al nuevo Bundestag (cámara baja del Parlamento), cuya mayoría escoge, a su vez, al Canciller Federal por cuatro años.
Será la primera elección desde 2005 en la que no se presentará Angela Merkel (de la Unión Demócrata Cristiana, CDU). Pero, además, por primera vez desde 1998 el Partido Socialdemócrata (SPD) tiene serias chances de vencer. Confrontado con la superación de la pandemia de coronavirus y el cambio climático, pero tironeado por el conflicto geopolítico entre el Este y el Oeste, el pueblo alemán se adentra en aguas inciertas. No es un buen horizonte para una sociedad que ama la estabilidad y la seguridad por encima de todo.
Como ningún partido supera el 25% o 26% de preferencia en los sondeos, seguramente el próximo será nuevamente un gobierno de coalición. La actual Gran Coalición de la CDU/CSU y el SPD ya casi no tendría mayoría de gobierno, ni sus miembros muchas ganas de seguir juntos.
Se plantean, por lo tanto, varias opciones, pero la que tiene más chances es la alianza del SPD con Los Verdes (Die Grünen) y el Partido Liberal Democrático (FDP). De acuerdo a los últimos sondeos, el SPD obtendría un 25% de los votos, contra 22% de la CDU/CSU; Los Verdes alcanzarían el 15%; y los liberales el 11%. La Izquierda, por su parte, suma 10%, en tanto la derechista Alternativa por Alemania (AfD) ronda el 11%.
Con el 48% de las preferencias, el cambio climático representa de lejos la mayor preocupación de los ciudadanos alemanes, seguido con el 28% por la superación de las consecuencias económicas de la pandemia de Coronavirus.
En Alemania es usual que el primer candidato del partido más votado asuma la formación de gobierno. Armin Laschet (CDU), y Olaf Scholz (SPD), son los líderes con más chances para optar a ese cargo. Laschet, ministro-presidente del Estado de Renania del Norte-Westfalia, es el actual presidente del partido Demócrata Cristiano, pero no tiene buena imagen ni ha logrado perfilarse como sucesor de Merkel.
En cambio, Olaf Scholz, abogado socialdemócrata, fue hasta 2016 ministro-presidente de Hamburgo. Tiene un estilo moderado, y aparece como garante de estabilidad. Por ello está primero en las encuestas.
En condiciones normales, esta tendencia se mantendría hasta las elecciones del domingo próximo, pero en situaciones críticas se acude a remedios extremos, para cambiar el rumbo. Así el pasado lunes 20 la Comisión de Asuntos Financieros del Bundestag debatió, a pedido del interbloque de la CDU/CSU, sobre la deficitaria persecución del lavado de dinero por la Unidad de Investigación Financiera (FIU) de la Oficina Federal de Aduanas (Zollamt). Se estima que en Alemania se lavan anualmente unos 100.000 millones de euros. Los bancos informan a la FIU cada vez más casos sospechosos, pero ésta no habría aumentado sustancialmente el número de denuncias presentadas a las fiscalías, dicen los críticos demócrata cristianos.
Es evidente que se trata de una maniobra preelectoral para dañar al ministro de Finanzas, Scholz, superior del FIU, quien ni lerdo ni perezoso acudió sin preaviso a la reunión de la Comisión, para rechazar los cargos. La verdad, declaró, es que las fiscalías ocupadas por militantes de la CDU se han negado a recibir muchas denuncias.
Todavía no está claro qué efectos puede tener esta denuncia sobre el voto ciudadano, pero su utilización en esta campaña pone en peligro el sistema político.
Durante 16 años, Angela Merkel condujo el país oscilando de derecha a izquierda, a tenor de los cambios en la opinión mayoritaria, pero siempre mantuvo el consenso. Ninguno de los candidatos a sucederla iguala la empatía que ella supo establecer durante casi dos décadas con una sociedad en pleno cambio.
Gane quien gane, necesitará acuerdos amplios, pero si se contamina la atmósfera con denuncias altisonantes, el equilibrio político puede quebrarse. El mero mantenimiento del consenso no resuelve los problemas, pero la fractura y polarización del país los agravaría profundamente.
A fin de año, cuando se haya formado nuevo gobierno, seremos más sabios.
Doctor en Ciencias Sociales, analista internacional