El tema es objeto de creciente debate en los círculos económicos. ¿Hemos entrado en una fase estructural” de desglobalización, en la que van a perder intensidad los flujos internacionales de bienes, servicios, capitales? ¿O estamos ante un fenómeno transitorio, provocado fundamentalmente por las disrupciones de la pandemia, de forma que la globalización recuperará al acabo de un tiempo el impulso de épocas pasadas?
Hay que tener en cuenta que la tendencia a la desglobalización es anterior a la pandemia. La pandemia del coronavirus ha tenido un fuerte impacto sobre los flujos internacionales de mercancías y capitales. A corto plazo las consecuencias de la pandemia se han percibido con fuerza en la práctica interrupción de la movilidad internacional de personas, las disrupciones en el transporte y por tanto en las cadenas de suministro, la paralización o reducción de las actividades productivas debido a medidas de confinamiento.
Los trastornos en los procesos de producción se han trasladado a los consumidores. Según una encuesta de Gallup de agosto de 2021 en EEUU, el 60% señalaba que en los últimos dos meses no había podido adquirir un producto que deseaba, mientras que un 57% habían experimentado un considerable retraso en la recepción de un producto que habían ordenado.
Al margen de los trastornos actuales en los procesos de producción provocados por el covid, los efectos de éste pueden ser importantes también en el medio y largo plazo. Se pueden avanzar algunas tendencias:
1. El objetivo de conseguir una mayor seguridad en los suministros de inputs” en sus procesos productivos va a hacer que las empresas revisen sus estrategias de deslocalización y aprovisionamiento. Estos cambios de estrategia están dando lugar a la aparición y popularización de nuevos términos. Los últimos términos que se están popularizando son friendly-shoring” y ally-shoring”, que se refieren también a una relocalización, excepto que ésta no se limita a relocalizar en el país de origen: países amigos”, con los que se comparten valores e intereses estratégicos, son también buenos destinos para trasladar la producción. Un ejemplo: Toyota, el mayor fabricante de automóviles del mundo, anunció el 10 de septiembre que en el presente año fiscal produciría 300.000 vehículos menos de los previstos (de 9,3 a 9 millones), debido a los problemas de suministros de componentes (en especial semiconductores) desde fabricantes del Sudeste asiático a causa del Covid-19. Toyota indica con claridad que está planeando transferencias de producción a otras regiones.
2. El aumento de costes de las transacciones internacionales también puede afectar negativamente a la internacionalización. Diversos factores impulsan este aumento de los costes. En estos últimos tiempos, los costes de transporte marítimo han aumentado con fuerza. Puede ser un fenómeno a corto plazo, aunque permanecerá la percepción de que en un futuro se pueden producir nuevas disrupciones de origen diverso que repercutan en el coste del transporte de bienes. Otros factores pueden incidir negativamente en el coste de las transacciones internacionales, a largo plazo, y por tanto en las ventajas de los intercambios:
a) La necesidad de prevenir situaciones de desabastecimiento de bienes como las que se están viviendo en la actualidad llevará a las empresas a aumentar sus niveles de stocks, en especial de aquellos bienes esenciales que proceden de localizaciones alejadas, con el consiguiente aumento de los costes empresariales.
b) Un efecto similar al anterior puede producirse cuando las empresas se planteen, no ya relocalizar, pero sí un mayor grado de diversificación en sus suministros. Ello supondrá incurrir en costes de búsqueda e identificación de proveedores. Es también posible que los nuevos proveedores sean más caros.
c) En la comunidad internacional está cobrando fuerza la idea de que es necesario establecer códigos de conducta a las empresas para asegurar que en sus cadenas de suministro se respeten criterios éticos en lo que se refiere a DDHH, trabajo infantil, condiciones laborales, medio ambiente. Estas mayores exigencias pueden suponer lógicamente un aumento de costos. Alemania ha aprobado en 2021 una ley que obliga a las empresas a vigilar por el respeto de los derechos humanos y medioambientales en sus cadenas de suministro.
d) Se está abriendo paso la idea de establecer aranceles basados en las emisiones de carbono para las importaciones procedentes de países que no adopten medidas para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Estos aranceles supondrían un encarecimiento de las importaciones.
3. Los procesos de internacionalización de las empresas pueden verse afectados por restricciones a las transacciones internacionales de origen geopolítico. En diversas zonas se han reforzado o implementado en estos últimos años medidas de control de inversiones extranjeras. Las sanciones internacionales por efectuar transacciones de bienes u operaciones financieras con determinados países o empresas se han reforzado en los últimos tiempos, especialmente por parte de EEUU, y todo indica que tienen una proyección a largo plazo.
4. El caso de China tiene a este respecto una importancia especial, por la relevancia del país. China es el primer exportador mundial. La propia China estaría promoviendo un desacoplamiento” de su economía. China quiere evitar depender de resto del mundo para bienes estratégicos. Ello provocará una tendencia contractiva sobre sus importaciones y sobre el comercio mundial (China es el segundo importador mundial de mercancías).
Son muchos los elementos que impulsan la desglobalización, un fenómeno que, no olvidemos, ya estaba en marcha desde principios de la década de 2010.