La metáfora del título se aplica a los errores propios que van en detrimento de los propios intereses. En el ámbito internacional, se observan varios casos llamativos que difícilmente hubiéramos anticipado hace un par de años. En nuestro país, aunque más explicables por aquello de “cuanto peor, mejor” los tiros en el pie no son menos dañinos.
El primer tiro en el pie corresponde al Reino Unido y su Brexit -promovido por Trump- de la Unión Europea (UE), que luego de la pandemia no logró siquiera recuperar el nivel de actividad anterior, cambió tres primeros ministros en 45 días y sostiene una inflación superior a todos, en medio de un empobrecimiento de la población.
Alemania es otro caso llamativo, desde que Ángela Merkel ya retirada, admitiera que los “acuerdos de Minsk” –Rusia, Alemania, Francia y Ucrania- “fueron una forma de permitir armarse a Ucrania” en lugar de una forma de evitar la guerra que agobia a toda Europa como se anunciaba. Aunque esas palabras pueden interpretarse tanto como una lectura posterior o como la admisión de un comportamiento hipócrita de su parte. Luego, ya con el nuevo gobierno –socialistas, verdes y liberales-, los tiros en el pie de Alemania se fueron sumando.
Las sanciones a Rusia, previas a su invasión de Ucrania, como la no aprobación de funcionamiento del nuevo gasoducto Nordstream II, restringió el abastecimiento de gas y la obligó a recurrir al GNL de EEUU junto a casi todo el resto de la UE, con un costo muy superior. Luego, la destrucción por un atentado de ambos gasoductos impidió totalmente la importación de ese insumo clave para la competitividad de las empresas alemanas –especialmente de maquinaria y químicas-, además de aumentar mucho el costo de calefacción de los hogares. Mientras que poco hizo para identificar a los autores del atentado que todos los indicios apuntan a EEUU quien es el principal beneficiado.
Mientras tanto siguió con su intención de prescindir de sus centrales nucleares, impulsada por los “Verdes”, de la ministra de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock, que también apoyó las sanciones a Rusia, lo que los llevó a reactivar centrales a carbón que son las peores en emisiones de CO2, contrariando su política ambiental respecto del calentamiento global, que era su principal bandera electoral.
Pero los tiros en el pie no terminaron allí. EEUU con su “Inflation Reduction Act (IRA) de 2022, está atrayendo con fuertes subsidios a las empresas alemanas orientadas a energías limpias, por lo que varias están trasladando su producción de Europa a EEUU.
También, las sanciones a China y sus empresas, su principal inversor extranjero y principal cliente, están produciendo un traslado de la producción, por ejemplo, BASF y Volkswagen- a China de cuyo mercado no pueden prescindir.
Así, Alemania muestra desconcierto en su estrategia, que de ser “la locomotora europea” la está convirtiendo en un mar de contradicciones y “tiros en el pie” impensables hace un par de años atrás y mucho menos aquella que en los 80 y 90 marchaba hacia el este y Rusia. Igual le pasa a Corea del Sur, cuya principal empresa –Samsung- está siendo atraída a EEUU por los subsidios de la IRA.
En los 4 casos, además se han probado por las filtraciones de Wikileaks y “los papeles del Pentágono” recientemente revelados, que EEUU ha estado interviniendo y espiándolos al máximo nivel. Esto llama a recordar aquella frase de Henry Kissinger que decía, “es muy difícil ser enemigo de EEUU, pero más difícil aún es ser su amigo”.
En nuestro país los tiros en el pie han sido frecuentes, tanto en el gobierno de JxC como en el actual del FdT. En 2015-2019 el loteo de los principales ministerios y agencias a las principales corporaciones –Alfonso Prat Gay (ex JPMorgan) en el ministerio de Economía y Finanzas; Luis Caputo (ex JPMorgan y Deutsche Bank) en la Secretaría de Finanzas, ministerio de Finanzas y BCRA; Ricardo Buryaille y luego Luis Miguel Etchevehere (de la SRA) en Agricultura, Ganadería y Pesca –luego de Agroindustria-; Guillermo Dietrich (concesionario de autos, camiones y ómnibus) en el Ministerio de Transporte; Mariano Federici (ex FMI) y María Eugenia Talerico (ex abogada del HSBC) en la UIF, pretendió que los beneficios que les producía a esos sectores se tradujeran en “lluvia de inversiones” que, por supuesto, nunca llegaron.
Aunque que se dude, sobre si se trató de “errores” o un plan de fuga y endeudamiento que dejara al país sometido a los acreedores, lo evidente es que esto último es lo que finalmente ocurrió.
En el gobierno de Alberto Fernández los tiros en el pie se produjeron desde antes de la asunción, cuando se reveló que a pesar de las persecuciones buscaba un “acuerdo nacional” que se reveló en la misa «por la unidad y la paz» en Lujan (8/12/2019) previa a su asunción, en la que compartió afectuosos saludos con Mauricio Macri o en un evento de Clarín donde mencionó a “mi amigo Héctor (por Magneto)”, que a la postre serían sus más acérrimos opositores.
Las designaciones en su gobierno fueron otros tiros en el pie, en especial la de su socia Marcela Losardo en el ministerio de Justicia, que ratificaron una idea acuerdista que continua hasta el final de su mandato sin confrontar con sus opositores.
Ella se revela en su prescindencia o falta de impulso en las causas de corrupción de funcionarios anteriores, la reforma del Poder Judicial, el crédito del FMI que la AGN señala como falto de todos los trámites legales previos exigidos para su firma, o las causas por el intento de homicidio a CFK, entre otras. Eso produjo después de la cuarentena y en especial después de los resultados de las elecciones intermedias de 2021, duros enfrentamientos internos que sumaron otros tiros en el pie del frente de gobierno.
De allí que los tiros en el pie de Alberto Fernández han sido más por inacción que por sus decisiones. Una falta de liderazgo que hace coincidir a propios y extraños en el “vacío de poder” con el que está terminando su gestión.
En ambos casos –el internacional y el nacional- podemos concluir que las tácticas acuerdistas, cuando no están basadas en cuestiones estratégicas de largo plazo en defensa de las naciones y mayorías populares, no son un camino viable y sostenible, sobretodo porque cuando “uno no quiere, dos no pueden”.