En medio de una profunda crisis económica, la realidad social en la que viven cada vez más familias cordobesas es realmente angustiante. Al punto que muchas de ellas se ven obligadas a pedir alimentos de descarte en los negocios de sus barrios para poder comer. Así lo aseguró Germán Romero, director general del Centro de Almaceneros de Córdoba, quien calificó a la actual situación como muy triste. “Estamos llegando a un límite muy preocupante”, lamentó el referente. “Cada vez más gente se acerca al final del día a los almacenes y despensas a pedir si no queda algún alimento que el negocio vaya a descartar por algún motivo. Y si hay, se lo llevan para poder comer junto a sus familias”, afirmó el directivo.
Pan y criollos duros, colitas de fiambre, verduras ya “pasadas”, ranchos de pollo, lácteos recién vencidos, son algunos de los productos que la gente va a buscar a los almacenes. Lo que sea y sirva para “parar la olla”. Según Romero, esto se da especialmente en aquellos barrios más humildes de la ciudad, pero en los últimos meses se observa también en vecindarios de clase media-baja y media.
“Es una situación muy compleja. Muchas veces es el propio vecino del almacenero el que pide la comida. Y para llegar a eso, tuvo que vencer su orgullo, es muy duro salir a pedir. Es reconocerse pobre frente a personas que te conocen”, graficó el directivo en declaraciones al diario La Voz del Interior.
En algunos casos, el que pide es un niño enviado por los padres; en otros, son los propios adultos que, aún con vergüenza, ruegan por algún alimento que vaya a desechar el comercio, entre los que no faltan adultos mayores con jubilaciones mínimas.
“Muchas familias no se reconocen todavía como pobres, pero terminan teniendo que pedir alimentos porque ya no llegan a fin de mes. Hay mucha clase media que ya no lo es”, explicó Romero.
Según el último informe del Centro de Almaceneros, el 57,5% de los hogares cordobeses no puede acceder plenamente a la Canasta Básica Alimentaria (CBA). Mientras que en el 48% de las familias, alguien de la casa dejó de desayunar, almorzar, merendar o cenar por falta de dinero para comprar alimentos.
Asimismo, un 30% de los hogares admiten que en el último mes alguna vez algún integrante del hogar sintió hambre, pero no comió por falta de alimentos. Además, el 16,7% de las familias expresaron que tuvieron que hacer algo que hubieran preferido no hacer para conseguir alimentos, tal como pedir dinero prestado o directamente comida.
Solidaridad
Romero explicó que, por lo general, los comerciantes minoristas entregan los alimentos que están por tirar a personas que se los piden. “Prima siempre una cuestión de solidaridad. Los almaceneros saben la situación en la que están sus clientes, que son también sus vecinos”, afirmó. Y ejemplificó: “Así, el pan que al día siguiente se podía vender a mitad de precio, se entrega gratis antes del cierre”.
Pero los almaceneros también señalan que se están observando situaciones aún más apremiantes, con personas que hurgan en la basura que sacan a la noche los comercios, buscando algo de comida para llevarse a sus hogares. Algo que también refieren muchos restaurantes y bares de la ciudad.
“Antes se buscaban cartones o vidrios, para revender como elementos reciclados. Ahora se busca algo para comer”, comparó el directivo del Centro de Almaceneros.
Según Romero, también vienen creciendo los robos “hormiga” en los negocios, que en estas circunstancias tan críticas muchos podrían adquirir calidad de hurtos famélicos. “Los comerciantes lo advierten, y entonces, antes de que les roben, prefieren dar lo que puedan”, sostuvo.
Fiado al límite
Antes de que comenzaran a observarse estos pedidos de comida, lo que primero creció fue el fiado en los negocios de barrio. Hoy, según el último informe de la entidad, el 44% de las ventas en las despensas es a través de la tradicional “libreta de almacenero”.
El problema es que muchos comercios han comenzado a restringir las ventas al fiado debido al aumento en la falta de pago por parte de muchos clientes. “La morosidad se ha duplicado en los últimos meses y ya está en el 23% de todas las cuentas. Y la incobrabilidad en el 11,5%. En épocas normales, eran del 12% y el 5% respectivamente”, sostuvo Romero.
Frente esto y también al creciente pedido de ventas al fiado, muchos almacenes están evaluando cuenta por cuenta para ver cuáles mantienen activas con crédito y cuáles se cierran, o se dan por perdidas por falta de pago.
“Es que el almacenero también la está pasando mal. Las ventas están un 26% abajo respecto del año pasado. Se triplicó el costo de la energía eléctrica, se duplicaron los alquileres y cayó fuerte la rentabilidad al venderse cada vez más productos de bajo monto”, explicó Romero.
“Hay un deterioro muy grande de la situación social, que se agudizó en el último tiempo. Y todo esto es reflejo de ello. Es muy doloroso”, cerró el directivo.