La capital ecuatoriana fue blanco ayer de inusuales ataques con granadas y al menos dos atentados con coches bomba contra la autoridad encargada de las prisiones en Ecuador, que funcionan como centros de operaciones de bandas del narcotráfico.
Los ataques, que comenzaron en una zona comercial de Quito, no dejaron víctimas. Son una nueva muestra del poder del crimen organizado en un país cada vez más violento, que hasta hace pocos años era un oasis de paz entre Colombia y Perú, los dos mayores productores mundiales de cocaína.
Los dos coches bomba, un sedán y una camioneta, cargaban cilindros de gas, según fuentes policiales. Uno de ellos explotó frente a la actual sede de la autoridad estatal a cargo de las prisiones, el SNAI, que ayer trasladó a presos para evitar enfrentamientos entre bandas de narcotraficantes, que protagonizaron varias masacres carcelarias en el país, que dejan más de 430 reclusos muertos desde 2021. El otro, ocurrió afuera de un edificio que antes albergaba oficinas de ese organismo.
El director de Investigación Antidrogas de la policía, el general Pablo Ramírez, dijo a la prensa que el sedán tenía “dos cilindros de gas con combustible, mecha lenta y aparentemente tacos de dinamita”. Ramírez sostuvo que el traslado de presos “posiblemente sería” lo que motivó el estallido del coche bomba en ese sitio.