Por Gustavo Aro
¿Qué tan felices somos los argentinos? ¿Cuántas necesidades tenemos cubiertas? ¿Cuántas insatisfechas? ¿Dónde encuentran la felicidad las personas que dicen tenerla? ¿Y las que no, ¿dónde la buscan? Existen muchas y variopintas respuestas a un tsunami de preguntas.
Para responder aquellos interrogantes, se debería ensayar primero una definición dentro de una amplia variedad de apreciaciones. La felicidad es un estado emocional y mental que se caracteriza por sentimientos de satisfacción, alegría y bienestar. Suele depender también de factores internos, como la actitud y la perspectiva personal, así como de factores externos, como las relaciones, la salud y las circunstancias de la vida.
En la filosofía y la psicología, la felicidad también se ha analizado en relación con el significado y propósito de la vida. Algunas corrientes consideran que la felicidad se encuentra en la realización de metas y valores personales, mientras que otras enfatizan la importancia de una felicidad colectiva en la que el Estado tiene mucha importancia. En última instancia, la felicidad es una experiencia subjetiva y única para cada individuo, y su definición puede variar ampliamente entre diferentes culturas y contextos.
Recientemente, el Observatorio de Tendencias Sociales, Educativas y Empresariales de la Universidad Siglo 21, presentó un informe de la Felicidad Argentina 2024 en el que se destaca que los niveles de felicidad de los habitantes de este país disminuyeron respecto de 2023.
Los índices de felicidad de 2024 se encuentran entre los más bajos de los últimos años, según el estudio, y señala que la mitad (50.7%) de los argentinos se siente satisfecho con su vida y solo uno de cada tres (36.6%) se siente conforme sobre cómo le está yendo. Además, dice el estudio, los jóvenes de entre 18 y 29 años son el único grupo etario que muestra un cambio positivo en los niveles de felicidad. Los demás grupos de edad muestran una caída en los niveles de felicidad, principalmente entre las personas de 50 a 59 años.
El estudio se realizó con hombres y mujeres comprendidas entre los 18 y los 65 años, residentes en Caba, Comodoro Rivadavia, Córdoba, Corrientes, Mendoza, Rosario, y San Miguel de Tucumán.
HOY DÍA CÓRDOBA conversó con Luis Pedro Morera, director del Observatorio de Tendencias de la Universidad Siglo 21.
“La medición de bienestar es un instrumento que nosotros aplicamos y medimos desde el año 2018 y desde el 2015 se considera que el bienestar es un recurso estratégico. Poder medir el bienestar a nivel país sirve para ver el impacto de las políticas de Estado, las políticas públicas”, explica Morera.
“Por otro lado, es importante saber que felicidad y satisfacción pueden funcionar como una ecuación que tiene dos componentes principales. Uno afectivo, es decir, cuántas veces me siento bien o mal en el día; y otro componente que hace alusión a los juicios cognitivos, es decir valoraciones que uno hace respecto a si siento que mi vida tiene sentido, si siento que estoy logrando las metas que tengo propuestas, si me siento satisfecho con mi vida en general. Esos son algunos de los ítems que componen la medición”, agrega el director del estudio.
¿Cómo estamos respecto al resto del mundo en países similares a la Argentina en su economía y su tejido social?
-Es interesante ver el comparativo. Se observa que Argentina teniendo en cuenta el contexto desafiante en el que siempre se encuentra inmersa, socioeconómicamente, no tiene niveles de estrés tan alto como serían esperables o niveles de bienestar percibidos tan bajos como sería esperable dado esas variables. Esto se atribuye principalmente a los vínculos sociales, al capital social. La calidad y la cantidad de vínculos que tenemos los argentinos están funcionando como un amortiguador que nos permite capear situaciones difíciles. Los argentinos tenemos más herramientas bajo el brazo para ir capeando estas situaciones. Entre esas herramientas, una muy importante es el capital social. La cantidad y calidad de vínculos que tenemos es crucial.
Desde la psiquiatría
En sintonía con Morera, Lisandro Dionisio, médico psiquiatra, entiende que la felicidad tiene mucho que ver con los vínculos sociales, con el relacionamiento.
“Los cuatro pilares de la especie humana tienen que ver con la necesidad de líquidos y alimentos, un tercero que es fundamental en nuestra especie y es el descanso y un cuarto que es el relacionamiento. El relacionamiento no es cualquiera, es el que llamamos saludable, donde cada uno respeta la libertad del otro, se acompaña, ayuda, empatiza. Lamentablemente vivimos en una etapa muy difícil del relacionamiento porque aparece la violencia como un factor desencadenante de muchas cuestiones del malestar social. El relacionamiento es clave porque es ahí donde uno puede encontrar estos efectos consecuentes de una relacionamiento saludable que implica una ciudad ordenada, organizaciones sociales cuidadosas, empáticas, compasivas, ejercicios plenos del poder vinculado al cuidado y un liderazgo saludable, un liderazgo que busca el bienestar colectivo”, explica Dionisio quien además es director del Instituto del Bienestar Argentina, una red iniciada en Chile y con sede en varios países de latinoamérica como Brasil, Chile, México, Colombia y Ecuador.
“Cuando se encuesta en la calle llega a la conclusión que lo que uno buscaría en la vida fundamentalmente es llegar a ser feliz. El punto es que no hay una definición clara sino que es polifacética y con muchas perspectivas culturales sobre lo que significa ser feliz. Por otro lado, hay una imposibilidad casi de especie. Somos una especie que está más orientada a la supervivencia que a la felicidad y muchas veces la búsqueda de la supervivencia nos genera estados de sufrimiento, de dolor. Entonces, uno concluye que para llegar a la felicidad hay que llegar a un estado de armonía en lo que significa a la capacidad de desplegar mayor nivel, calidad y cantidad de emociones vinculadas al bienestar. Por otro lado, encontrarle un sentido a la vida y sentirnos satisfechos con lo que hemos hecho, con lo que hemos sabido construir en nuestras vidas”, explicó Dionisio.
¿Y la psicología?
Cecilia Ravera, licenciada en psicología de la UNC, terapeuta gestáltica y formación en eneagrama, también habla de la multiplicidad de posibilidades que se puede tener de la felicidad, del bienestar personal.
“En la filosofía o la psicología hay distintos actores que escribieron y hablaron de la felicidad. Los primeros filósofos hablaban de la felicidad en función de que el ser humano siempre está buscándole un sentido a la vida y muchas veces la felicidad en sí es un sentido. El tema es cómo cada uno entiende qué es la felicidad. Somos tantos en este mundo que podemos tener interpretaciones distintas. Para algunos filósofos la felicidad era pensar, para otros disfrutar, alcanzar logros o tener objetos. Todas esas miradas también las vemos en nuestra sociedad. Cuántas personas sienten que la felicidad liga con estar bien económicamente. Otros dirán que la felicidad es estar a gusto con su familia, con sus seres queridos. Otros, que la felicidad es viajar o tener un logro laboral o deportivo”, dice la psicóloga.
Respecto al foco del estudio de la Universidad Siglo 21, Ravera explica que en este 2024 nuestra sociedad está en un proceso de crisis social, económica, cultural, política, donde tenemos diferentes atravesamientos que no es posible que los cuerpos no sean atravesados, que nuestros niveles de estar a gusto, alegres y contentos van a variar con todo lo que está pasando en la sociedad, en la familia, en el trabajo. Sin embargo, ese estado se transformará en el tiempo porque los seres humanos estamos cambiando y estamos afectados por múltiples factores sociales, culturales, familiares, económicos, psicológicos, políticos.