Las mujeres han logrado instalar en la agenda pública cómo el machismo resulta letal en sus vidas. Según datos del Observatorio «Ahora Que Sí Nos Ven», se registraron 197 femicidios en los primeros 9 meses de 2024. La violencia basada en género existe.
No obstante, resulta necesario advertir que el género, en tanto atribuciones culturales que pretenden modelar los roles y comportamientos de las personas, en base a los genitales con los que nacieron, es violento, no sólo para las mujeres y personas de la diversidad sexual, sino también para los propios varones. Desde Grow-género y trabajo, reflexionamos sobre las formas que puede cobrar esta violencia, y proponemos algunas líneas de acción.
Los varones también son sujetos de género
Los varones son, desde la infancia -y a lo largo de distintas etapas de sus vidas- educados para seguir ciertos mandatos de masculinidad, imprescindibles para ser reconocidos -sobre todo por otros hombres- como “hombres de verdad”. Algunos de esos mandatos son: ser fuerte, autosuficiente, proveedor, tolerar el dolor, evitar mostrarse vulnerable, etc.
Estos mandatos suelen estar orientados a ocupar posiciones de reconocimiento y privilegio a nivel social, mostrarse racionales y seguros, ofrece mejores condiciones para ocupar posiciones de prestigio y autoridad, que su palabra sea más valorada, que se confíe más en su razón. Y tienen su efecto: no casualmente, el 85% de las posiciones de liderazgo en directorios de empresas latinoamericanas, son ocupados por hombres (BID, 2021).
El impacto en la propia salud
Sin embargo, la socialización masculina para alcanzar posiciones de privilegio tiene su lado B; los llamados costos de la masculinidad; efectos negativos sobre ellos mismos por intentar (consciente o inconscientemente) responder a estos mandatos. El bienestar, la salud, y a veces también la vida, se pierden en el intento de revalidar la propia hombría antes el escrutinio de otros hombres.
Esto se ve en distintos aspectos. Particularmente, en lo que refiere a la salud mental, se hace evidente cuando analizamos las tasas de suicidios de los varones (en América Latina, son el 77%). Pero también lo vemos en las muertes vinculadas a consumo de alcohol (86%), y drogas (67%) (OPS, 2019) ¿Cómo se explica esto? La asociación entre pedir ayuda o acudir a servicio de salud mental, y la debilidad o fragilidad culturalmente asignada a mujeres, infancias y diversidades sexuales, distancian a los varones de los servicios de salud que podrían auxiliarlos en circunstancias de depresión o intenso padecimiento subjetivo. Según el estudio denominado “Varones jóvenes e Imaginarios sobre la masculinidad”, que realizamos junto con Dove Men Care, en el que fueron encuestados 350 varones de 18 a 35 años, el 41% nunca realizó una consulta psicológica.
El rol de las organizaciones
Siendo el trabajo un pilar fundamental en la construcción de la identidad masculina, ya que es a través del mismo que se materializan la capacidad de proveer y ser sostén del hogar, los espacios laborales podrían tener un rol fundamental en sensibilizar y acompañar a los hombres a cuidar de su salud de manera integral, y atender de su salud mental en particular. A través del Programa Hombres Trabajando(se), que lanzamos este año, acompañamos a las organizaciones empleadoras a promover acciones que posibiliten identificar cómo el género afecta a los varones y sus entornos personales y laborales.
El programa propone espacios de sensibilización y reflexión junto con los varones. Y a partir de dinámicas de taller, con datos concretos y experiencias lúdicas, busca involucrar a las organizaciones en el diseño e implementación de acciones que promuevan la cultura del bienestar, los cuidados y autocuidados. Porque la construcción de masculinidades positivas y entornos laborales más saludables es posible, pero necesita de la participación activa de los propios varones, y de la decisión y apuesta por parte de las organizaciones en las que se desempeñan.